Con el paso del tiempo me he dado cuenta que, a veces, no todas las mujeres tienen las mismas metas o expectativas de vida: son seres individuales con formas distintas de pensar que, quizá, años atrás no hubieran estado “bien vistas” ante la sociedad, pero creo que parte de evolucionar es entender y respetar que cada una es libre de elegir y decidir cómo vivir su vida.
Esto me lleva a recordar una plática que tuve con mi prima; es una mujer que anhela con todo su ser ser mamá y la verdad, he de confesar, a mi también me emociona mucho tener un sobrino porque siento que sería la típica tía consentidora (por lo regular siempre soy así con todos los niños).
Durante esa plática, ella me preguntó si yo en algún punto de mi vida quiero ser mamá y mi respuesta fue un “no” contundente, así, sin pensarlo, lo cual la sorprendió, pues me ha visto jugar con nuestros sobrinos y sabe que soy la persona más amorosa y paciente del mundo; sin embargo, le comenté que en mi plan de vida no está convertirme en mamá. Obviamente ella lo entendió y no volvimos a tocar ese tema.
Claramente no era la primera vez que alguien me hacía esta pregunta y dudo mucho que sea la última, lo que me hace pensar que muchas personas creen o dan por hecho que las mujeres nacemos con ese instinto maternal cuando no siempre es así: si bien a muchas nos pueden gustar los niños, no quiere decir que tengamos el deseo de ser madres.
En lo personal, en mi ideal de vida, no me veo cuidando un bebé; siento que es una responsabilidad muy grande y una decisión que no puede tomarse a la ligera. Estaré muy feliz de conocer a mi sobrino cuando llegue el momento, pero en definitiva tener hijos propios no es algo que busque o quiera.
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