1 de cada 5 nacimientos en el país son de mujeres menores de 19 años
17 nacimientos diarios en México se dieron en el grupo de 10 a 14 años
33.4% de mujeres adolescentes inició relaciones sexuales sin protección anticonceptiva
El embarazo adolescente es un problema de salud pública de graves consecuencias, que trae consigo conflictos familiares, escolares y personales, y que afecta el proyecto de vida de las jóvenes, aseguraron especialistas en la Facultad de Medicina (FM).
Como parte de la conmemoración del Día Mundial para la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, el director de esa entidad universitaria, Germán Fajardo Dolci, mencionó que en el mundo se registran 16 millones de embarazos no deseados y México ocupa el primer lugar entre las naciones que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
De los dos millones de nacimientos al año en nuestro país, la quinta parte –cerca de 400 mil– son en mujeres menores de 19 años y 10 mil en madres menores de 14 años, precisó.
“Esto no debe suceder. Podemos trabajar juntos, familia, universidades, organizaciones no gubernamentales e instituciones de salud, hacer conciencia y tomar acciones”, como el Programa de Prevención de Embara-zo Adolescente, una propuesta de la Facultad de Medicina.
Fases
Al respecto, Rosalinda Guevara Guzmán, jefa de la División de Investigación de la propia entidad, explicó que ese programa fue presentado recientemente a la comunidad de la Facultad, y consta de tres etapas: diagnóstico, intervención educativa, y evaluación y seguimiento. Sus objetivos son identificar la prevalencia, determinar factores y aumentar el conocimiento sobre el uso de los métodos anticonceptivos.
Diagnóstico
Para la primera fase, recordó, se aplicó un cuestionario entre mil 388 alumnos de la FM, de entre 16 y 19 años; 62.3 por ciento del total fueron mujeres. Ello arrojó datos como que la primera relación sexual, en promedio, ocurre a los 16.5 años, y que los jóvenes han tenido dos parejas. En su primera relación sexual, 87.3 por ciento usaron condón; el resto optó por el coito interrumpido, la píldora del día después o no utilizó algún método.
Entre las 365 alumnas que ya han tenido relaciones sexuales, 347 no han estado embarazadas; 18 sí y, de ellas, 14 abortaron. De estas últimas, 11 estudiaron el bachillerato en el CCH, cinco en la Prepa y dos en escuelas privadas.
En la siguiente etapa, de intervención educativa, se han diseñado cuatro módulos que se aplicarán a partir de octubre: sexualidad responsable y uso de anticonceptivos; uso correcto del condón y de la píldora del día después; infecciones de transmisión sexual, prevención y riesgo; y autoestima y toma de decisiones sobre la vida sexual, mi proyecto de vida. Después se hará la fase de evaluación y el seguimiento de estudiantes, no sólo en la Facultad, sino también en el bachillerato.
Arturo Cardona Pérez, director del Instituto Nacional de Perinatología (INPer), refirió que de los 123 millones de mexicanos, 30 por ciento son adolescentes, es decir, 24 millones, y uno de cada cuatro tiene vida sexual activa. “Uno de cada cinco nacimientos se da entre menores de 19 años, lo que representa un riesgo muy elevado desde todos los puntos de vista”.
En 2014 se registraron 17 nacimientos diarios en el grupo de 10 a 14 años y un poco más de mil en el grupo de 15 a 19. En la Ciudad de México, casi 76 mil adolescentes se embarazan cada año, 80 por ciento de ellas deja sus estudios y 33 por ciento son madres solteras. “Esa es la magnitud del reto y la problemática que tenemos por delante”.
Consideró que uno de los errores más importantes que se cometen cuando se habla de salud sexual y reproductiva de los adolescentes es que los adultos hacen los programas, toman determinaciones y deciden qué informar, sin tener en cuenta quienes son afectados por el problema: los chicos.
Falta de prevención
Lorena Ferrer Arreola, jefa de la División de Salud Reproductiva del IMSS, apuntó que según la Encuesta en Salud de 2012, 33.4 por ciento de mujeres adolescentes inició relaciones sexuales sin protección anticonceptiva. Así, la posibilidad de embarazos podría ser de hasta 870 mil. Las repercusiones se dan en la salud de la adolescente y de su hijo. No contar con un estricto control del embarazo trae consigo la falta de aplicación de estrategias preventivas para evitar complicaciones. Por ejemplo, mencionó, el retraso de identificación de infecciones urinarias o cervicovaginales propicia partos pre-término con la subsiguiente morbilidad y mortalidad materna y perinatal; mayor probabilidad de presentar preclamsia, eclampsia, hemorragias en el parto, nacimientos vía cesárea y bajo peso al nacer.
Etapa de traslado
Edgar Díaz Franco, de la Unidad de Investigación en Medicina de la Adolescente del INPer, señaló que la adolescencia no significa adolecer, sino crecer y adquirir una serie de experiencias; es una etapa de traslado, de paso de la infancia a la vida y compromisos de adultos, donde inicia un intento firme e incansable para autodefinirse; donde se establecen patrones conductuales propios y la separación emocional de los familiares cercanos. La investigación sobre adolescencia se ha especializado en conductas de riesgo: delincuencial (violencia, delito), abuso de sustancias (alcoholismo, drogadicción e Internet) y sexualidad temprana con prácticas de riesgo (infecciones de transmisión sexual, embarazo no deseado). En todos los casos, para prevenir, los chicos deben reflexionar en la diferencia que hay entre madurez y la percepción de madurez.
INDISPENSABLE, EL SEXO CON PROTECCIÓN
El sexo con protección es necesario para prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y para evitar embarazos no deseados, que entre adolescentes son cada vez más frecuentes en el país, recomendaron dos ginecólogos del Instituto Nacional de Perinatología.
Al participar en la jornada académica, Alejandro Rosas Balán remarcó ante estudiantes que tener relaciones sexuales con responsabilidad es indispensable para evitar infecciones. Asimismo, el especialista sugirió tener una pareja estable, evitar conductas de riesgo (como las parejas sexuales ocasionales), así como usar métodos de barrera como el condón de manera sistemática y no ocasional.
Igualmente, utilizar la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) –que se administra en tres dosis–, avisar a la pareja para que también se realice estudios y acudir a las pruebas de detección de este tipo de infecciones, que se atienden, casi siempre, con antibióticos, antimicóticos y vacunas, aunque varias se controlan pero no se curan.
Advirtió que las principales ETS son la sífilis, gonorrea, clamidia, herpes genital, virus de insuficiencia humana (VIH), VPH, vaginitis micótica y tricomoniasis. En todos los casos de este tipo de infecciones, Rosas Balán dijo que deben hacerse análisis, para conocer el diagnóstico lo más pronto posible. “Mientras más temprano se sepa es mejor, porque se garantiza mayor calidad de vida”.
Por su parte, Josefina Lira Plascencia, también del Instituto Nacional de Perinatología, explicó que los anticonceptivos más seguros son el dispositivo intrauterino (DIU), con falla en el 0.2 por ciento de los casos, y el implante anticonceptivo, con un margen de error de 0.1 por ciento. Respecto a las píldoras anticonceptivas, dijo que tienen fallas de 0.3 por ciento si se toman correctamente, pero muchas mujeres las interrumpen o las toman mal.
Acerca de la píldora del día siguiente, comentó que es un método de emergencia, sin embargo es el más utilizado en México. Mencionó que no es conveniente usarla de manera regular, sino extraordinaria, y advirtió que si se toma muy frecuentemente no sirve.
Por último, explicó que en el condón debe verse la fecha de elaboración (para que no esté caducado) y abrirse el empaque con los dedos (no con los dientes, las uñas o tijeras, para evitar romperlo). Hay que fijarse hacia qué lado se desenrolla, colocarlo con el pene erecto y antes de la penetración, presionar la punta del condón para quitarle el aire, desenrollarlo hasta cubrir el pene y retirarlo después de eyacular y antes de perder la erección.
Patricia López
Fuente original: http://www.gaceta.unam.mx/20160929/wp-content/uploads/2016/09/290916.pdf