Los cuerpos de las mujeres han sido desde hace muchos siglos sujeto de crítica. Históricamente nuestros cuerpos han sido tratados como un material moldeable que se puede modificar al antojo.
Hay una serie de reglas, bastante largas, que regulan cómo debe verse, sentirse, comportarse y ser una mujer. Cada parte de nuestro cuerpo es exhaustivamente examinada por el mundo y, lamentablemente, por nosotras mismas.
Los prejuicios nacen de estas reglas y dictaminan cómo un cuerpo femenino debe forzosamente presentarse. Prácticamente todas las mujeres sentimos desde la infancia una enorme presión por alcanzar estos estándares, aunque alcanzarlos muchas veces implica lastimarnos
Prejuicios sobre nuestros cuerpos: ¿por qué y cuáles existen?
No hay una respuesta única y definitiva a estas preguntas, más bien es un abanico de posibles respuestas y explicaciones a estos prejuicios. Pero es cierto que una de las razones de la existencia de estas normas y prejuicios es para mantener un cierto grado de control sobre los cuerpos femeninos.
¿De qué prejuicios hablamos? El vello corporal, el peso, el color y textura de piel, el brillo del cabello, las arrugas… Lo peor: estos prejuicios y reglas también “aplican” para los genitales de las mujeres.
Muchos factores, sobre todo la cultura popular, influyen en el poder de estos prejuicios. Desde hace muchas décadas la publicidad nos ha intentado convencer de que hay cosas en nuestro cuerpo que debemos arreglar para poder justificar que compremos sus productos.
Prejuicios sobre los genitales femeninos
Hagamos un pequeños ejercicio: cuando vayas al super, fíjate qué productos de higiene femenin hay y cuáles son sus usos y “promesas”. Encontrarás que el objetivo de una muy buena porción de estos productos está enfocada en “mejorar” la apariencia de la vulva y de los labios mayores y menores; algunos prometen blanquear la zona genital, y muchos otros ofrecen distintos olores frutales y florales.
Y no sólo es el color y el olor de la vulva/vagina que debemos modificar o arreglar, si no que además debemos preocuparnos por si nuestros genitales son estéticamente atractivos. Muchas personas, desde el desconocimiento, hacen burla del tamaño de los labios menores cuando son “muy grandes”.
Casi siempre la frase va acompañada de una explicación sobre el tamaño “correcto” de los labios menores que es muy lejana a la realidad: el tamaño de los labios menores está directamente relacionado con la cantidad de veces que una mujer ha sostenido relaciones sexuales penetrativas.
Esta creencia errónea, además de juzgar injustamente a las personas por cómo eligen vivir su sexualidad, ha provocado que algunas mujeres decidan modificar quirúrgicamente el tamaño de sus labios menores. Las consecuencias a nivel emocional son profundas y provocan en ciertos casos desconexión y desconocimiento del cuerpo.
Los genitales de las mujeres, de acuerdo con el canon estético, deben ser rosados, sin vello púbico, piel lisa y firme; deben oler a rosas y ser prístinos, e incluso se exige que la vagina se “sienta” de cierta manera (ignorando por completo su verdadero funcionamiento). Y la verdad es que nada de eso es verdad: todos los genitales femeninos, todas las vulvas están bien y son perfectas justamente como son.
¿Por qué amar tu vulva (y cuerpo) tal y como es?
Primero porque tus genitales son parte de tu cuerpo y no hay nada en él que deba “arreglarse”. Segundo: porque tu vulva y todo tu sistema reproductor es, en serio increíble. Todas sus partes tienen una (o varias) funciones específicas y juntas trabajan como un todo para mantener el equilibrio perfecto.
Y no es por ponernos cursis, pero amar y respetar cada centímetro de tu cuerpo es genuinamente revolucionario porque muchas fuimos educadas para ignorarlo y descuidarlo. Porque una vez que haces las paces contigo misma y aceptas sin rencores el reflejo en el espejo te das cuenta de que ningún prejuicio o estándar de belleza vale maltratar tu cuerpo.
Si estás en el proceso de empezar a cuidarte y apapacharte, recuerda ser muy paciente y empática contigo misma. Desaprender esta estructura y prejuicios toma tiempo y no hay ni prisas ni atajos para lograrlo. Lo principal es que estés cómoda y tranquila con tus decisiones, sean las que sean.