El pensamiento generalizado es creer que las personas con movilidad reducida y en concreto, en silla de ruedas, son consideradas como asexuales, pero eso es un error. Las mujeres y hombres en silla de ruedas se han convertido en una nueva práctica sexual en boga.
Este tipo de fetichismo recibe el nombre de abasiofilia y, lejos de ser una desviación sexual o una patología, se trata de un gusto o preferencia como cualquier otra. Al fin y al cabo, ¿quién decidió que las sillas de ruedas o los bastones no eran sexys? Pueden dar más juego de lo que uno cree.
Más allá del atractivo que pueden suponer estas personas con discapacidad, existe una atracción por los dispositivos de asistencia. La silla de ruedas en este caso sería un complemento o juguete sexual. De hecho, en muchos casos la silla de ruedas de la pareja no es sólo la que genera morbo, sino la propia.
Existen controversias alrededor de este tipo de práctica, ya que hay quien pone en duda que se trate de una atracción sin más, sino que lleva detrás algunos aspectos más psicológicos como el asistencialismo, el morbo por “lo necesitado” o incluso el sometimiento. Sin embargo, hay quien prefiere darle la vuelta a la tortilla y usar sus muletas, sillas, grúas como accesorios sexuales, en fetiches y disfrutar de ellos libremente. En este caso, serían las mismas personas con discapacidad las que se empoderan y toman las riendas.
La sexualidad es tan diversa como lo somos las personas y cualquier persona tiene derecho a vivir una vida sexual plena. Sea en silla de ruedas o no.